El primer día del XXIII Congreso Internacional de la Industria Automotriz de México (CIIAM) dejó claro algo: la industria automotriz no solo está en movimiento, está en plena sacudida global. Y en medio de ese temblor geopolítico y tecnológico, México no es espectador, sino pieza clave del tablero.
Desde Washington hasta Pekín, pasando por las plantas mexicanas, las reglas del juego se están reescribiendo. Collin Shaw, presidente de MEMA, advirtió que la revisión del T-MEC en 2026 será todo menos sencilla: contenido regional, aluminio y acero norteamericano, restricciones a lo chino y presión laboral. Todo eso con la industria automotriz al centro de la discusión.
Mientras tanto, las armadoras y proveedores lidian con un futuro incierto: regulaciones de emisiones cambiantes en EE. UU., lanzamientos de nuevos modelos que se empujan hasta 2028, y una transición eléctrica que avanza más lenta de lo prometido. La apuesta realista en la próxima década no será 100% eléctrica: los híbridos dominarán la cancha.
México, sin miedo a los reflectores
Lo dijo Vanessa Miller, socia en Foley & Lardner: México tiene la experiencia en autopartes y la posición estratégica para ser el músculo de la electromovilidad cuando esta tome mayor velocidad. Pero el reto no es solo producir más barato, sino hacerlo con calidad y estándares globales.
Ahí entra en juego el Programa de Desarrollo de Proveedores (PDP) impulsado por la INA y el IFC: una iniciativa que ya está transformando la mentalidad de las pymes mexicanas, conectándolas con gigantes como Bosch, Lear y Yazaki. Porque de nada sirve tener armadoras de talla mundial si la base Tier 2 y Tier 3 sigue débil.
El tablero geopolítico aprieta
Entre discursos, también quedó claro que la competencia no es solo industrial: es política y hasta de seguridad nacional. José Sevilla Macip, de S&P Global, advirtió que el crimen organizado y el robo de carga se han convertido en un riesgo que pone nerviosas a las armadoras y proveedores. A esto se suma la presión de EE. UU. para limitar a China y blindar a Norteamérica bajo la idea de una “Fortaleza regional”.
El reto está en casa
La visión de Toyota, expuesta por Lizette Gracida, fue contundente: México debe dejar de venderse como sustituto y asumirse como complemento estratégico. Eso exige resolver problemas de raíz como infraestructura deficiente, acceso a energía limpia, capital humano especializado y, sobre todo, un estado de derecho sólido.
El mensaje que dejó el CIIAM es claro: la industria automotriz mexicana ya no puede pensar solo en sobrevivir; debe jugar para ganar. Porque en el nuevo orden automotriz global, México no es el plan B: es la pieza que completa el rompecabezas.